Hay una realidad innegable, los integrantes de la actual generación, los conocidos como nativos digitales, tienen enormes ventajas en cuanto al uso de las tecnologías de la información y comunicación, respecto de todos aquellos integrantes de las generaciones precedentes.
Para aquellas personas que de grado o por fuerza se han constituido en “inmigrantes digitales”, aquellos dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para dominar y sacar ventaja de las TIC, como de aquellos que por su edad, por cuestiones económicas o por simple decisión, se rehúsan a aprender y a utilizar los ubicuos aparatos cada vez más sofisticados y presumiblemente cada vez más inteligentes, todo ha sido más difícil que para los que nacieron hace 20 años atrás.
Ni hablar, quienes nacieron y crecieron en un mundo en el que prácticamente cualquier ítem de información está al alcance de saber deslizar un solo dedo sobre, ya ni siquiera un teclado físico, sino una pantalla, efectivamente tienen una manera de aproximarse al mundo, de enfrentarlo y resolver los problemas muy distinta de la que todas las generaciones anteriores, cada una con su correspondiente grado de desarrollo tecnológico.
Pero una cosa es que haya una o muchas diferencias, que aunque no se pueda ni deba plantear de forma tan mecánica, sí es muy ilustrativa la analogía de que sus cerebros están cableados de manera distinta, y otra muy diferente a decir que esta situación sea mejor.
Algunas de las características de la que se ha dado en denominar Generación Y, son su escaso respeto por un conocimiento que antes se llevaba horas, días o años en obtener y ahora logran en nanosegundos, por el esfuerzo y por el dinero que había que dedicar a generar esa sabiduría, que ahora “copy paste”, copian y pegan sin siquiera tomarse la mínima molestia de leerla, su impaciencia respecto a no obtener lo que desean a la velocidad de la fibra óptica o la banda ancha, y aquí nos referimos a lo que sea, desde la comida que se les antoja hasta lo que sea. Ni que decir que esta situación ha impuesto más que exigencias, verdaderas pesadillas a muchas familias que han visto desmoronarse las antiguas reglas que privaron por siglos en los hogares, y muy particularmente en la institución social de la educación.
Hablando de algo que ocurre cotidianamente en decenas de miles de salones de clase de miles de escuelas tan sólo en nuestro país, ¿cuantos alumnos no hay que portan un celular o una tableta, o tienen en su casa una computadora muy superior en capacidad, mucho más costosa, elegante y a la moda que la que posee el profesor, si es que tiene estos aparatos?, podría la Secretaría de Educación Pública encargarle al INEGI otro censo para obtener este dato, pero no nos interesa aquí la precisión, sino el concepto, efectivamente son cientos de miles de casos que ocurren a diario, y que por una errónea valoración de las cosas y las personas, por lo demás bastante común en nuestra sociedad, ponen por encima los juguetes electrónicos que el respeto por quienes están frente al grupo para enseñarles.
Estudios…
Recientemente la asociación para la tecnología y las comunicaciones educacionales publicó los resultados de una investigación entre profesores y estudiantes de las escuelas de nivel medio, tanto dentro como fuera del salón de clase, teniendo como eje del estudio si los nativos digitales son tecnológicamente más hábiles que sus profesores.
El objetivo del trabajo encabezado por Shiang-Kwei Wang y Hui-Yin Hsu era el de comprobar hasta donde fuera posible, la suposición de que los nacidos en la era de la tecnología sobrepasa a sus mayores en términos de experiencias tecnológicas, atendiendo a que crecer expuestos permanentemente a las tecnologías de información y comunicación.
La presunción es que los profesores, en su innegable calidad de inmigrantes digitales, son menos hábiles que los alumnos que tienen a su cargo, lo que resulta en una desconexión entre las experiencias que la escuela y particularmente sus maestros les pueden ofrecer en el salón de clase, y las que ellos logran fuera del ambiente escolar.
Para poder comprobar la aseveración más allá de lo que es la pura percepción, los investigadores examinaron la intersección de ambas generaciones en lo tocante a sus experiencias tecnológicas. Se entrevistaron 24 profesores del área de ciencias, y a sus alumnos, 1,060 de ellos, enfocándose en las barreras que estos últimos sintieran que existían de parte de los profesores para la utilización de tecnología en la escuela. Los autores reconocen que las computadoras y en general la tecnología han transformado la mismísima naturaleza de la vida de los ciudadanos integrantes de la actual generación.
Las tecnologías se han hecho omnipresentes en nuestro entorno gracias a la doble circunstancia de que son cada vez más accesibles económicamente hablando, y a su portabilidad, además de que siendo baratas y continuamente reemplazadas en los hogares, los niños y jóvenes de la actual generación han crecido en permanente contacto con ellas, ya no son los aparatos que por lo costoso que eran, no podían ser tocados más que por un adulto que lo hacía con cuidado extremo y hasta temor a decomponerlas.
Los hallazgos implican que el concepto de nativo digital puede haber sido sobrestimado, y que la desconexión de las experiencias de los educandos dentro y fuera del salón de clase relacionadas con la tecnología, puede ser el resultado de la falta de suficiente entrenamiento hacia los docentes sobre cómo formular estrategias para la integración de la tecnología a las actividades de enseñanza-aprendizaje.
Si las cosas son tan simples como que al profesor le falta capacitación, el problema se resuelve otorgando esa capacitación, sólo nos quedaría esperar que esta fuera aprovechada en un dominio de las herramientas tecnológicas muy superior al que se tiene, por ejemplo, del idioma inglés por parte de los profesores que lo imparten en las escuelas mexicanas, que según un estudio dado a conocer hace algunas semanas, están enseñando algo que no saben. Con las tecnologías de la información aspiraríamos a una mejor suerte, a que en vez de rechazar la participación de las mismas en el salón de clase porque el profesor las desconoce y hasta teme el ridículo, el sistema logre motivarlo para ponerse a la par y al frente de nueva cuenta de la intencionalidad del profeso educativo usando las TIC como lo que son, una herramienta más.
El asunto importa más de lo que podemos urgir, un maestro al que no respetan los alumnos por algo tan nimio como que no sabe usar la tableta, no puede transmitir el respeto y el amor al conocimiento… a nada.
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